Querida amiga:
Cuando miro la lluvia caer sobre mi jardín, recuerdo tus lágrimas
rodar en tus mejillas. Y me duele amiga, me duele tu dolor de un corazón
partido por la indiferencia, el cansancio, la injusticia. Las palabras grotescas
y las miradas hirientes que te flechan el alma. La lluvia evoca tu llanto, las
tardes grises y nubladas me recuerdan tu mirada triste y perdida por el dolor
de una vida sin vida.
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Dexmac, 2023 |
Me duele amiga, me duele tu dolor. Pero quiero decirte que no estás
sola, tu dolor es compartido por muchas otras mujeres que al igual que tú, se
sostienen en pie por la fuerza de voluntad y con esperanza de un cambio en sus
vidas. No estás sola amiga. Muchas otras mujeres también sufren por el desamor
y el trato injusto de una sociedad que nos ha tenido como seres inferiores.
Aquí en el silencio de nuestra complicidad quiero decirte amiga que
también me duele ver a la tierra herida y sangrando por el trato cruel de la
sobreexplotación. La tierra también gime de dolor, igual que tú. Qué extraña
relación, ¿no te parece? Esto es lo que se llama Ecofeminismo. Es esa
percepción de las relaciones desajustadas que surge de la observación, del
percibir y sentir de las mujeres como seres explotados, subestimados,
minusvalorados.
Ven amiga, hablemos de Ecofeminismo. Seca tus lágrimas que quiero
dar un bálsamo para tu herida. No estás sola, somos muchas las que compartimos
el dolor y la pena, muchas las que buscamos reivindicar las relaciones injustas
que golpean y marchitan las esperanzas. Te explico; el ecofeminismo plantea que
la pobreza tiene rostro concreto, tiene rostros de mujeres que en el mundo
carecen de tierra, de techo digno, de trabajos bien remunerados y de
conocimientos tecnológicos que las coloquen en igualdad de condiciones. Plantea
también que hay una violencia sistematizada hacia las mujeres, pero también
hacia la tierra, hay femicidios atroces, pero también ecocidios, porque la
tierra está muriendo también. Las mujeres y la tierra parecen que se fusionan
en un abrazo con sabor a injusticia.
Todo esto amiga lo notamos y lo sentimos en carne propia, porque
nuestros cuerpos han sido abusados y explotados como propiedad del varón,
porque la historia les ha dado el poder de decidir sobre nosotras. Pero también
la tierra gime por el maltrato de una humanidad con rostro de hombre, que se ha
apoderado de sus néctares de forma egoísta y malsana. Que dolor amiga ver
bosques muriendo por el egoísmo de hombres cegados por el poder, animales
extinguiéndose por la caza indiscriminada, mares contaminados por el odioso
plástico que nos envenena...Son muchas las heridas que nuestra madre tierra
sufre a manos de poderes y saberes perversos.
La pachamama sufre también amiga, como tú y como yo. Es por eso que
el ecofeminismo levanta la voz sabia del sentipensar femenino y nos invita a la
reflexión. Hay algunas claves amiga que nos pueden ayudar a sanar heridas, a
reinventar nuestra propia historia con esperanza. Pon atención que son claves
sanadoras: La primera clave es que la tierra y nosotras las mujeres somos
lugares teológicos. ¿Sabes qué significa esto? Que somos lugares sagrados,
habitados por Dios. La divinidad se manifiesta en nosotras, en nuestros cuerpos
y también en la tierra, en la naturaleza, en el bosque y los animales. Somos
espacios sacrales, donde la divinidad habita y se revela.
Una segunda clave muy sanadora para reinventar la vida en nosotras
mismas, es que el cosmos en su totalidad es nuestro lugar. Somos parte del
universo como un todo. Por eso los seres humanos somos cuidadores de la
biodiversidad. Esto nos coloca en una posición de custodia de lo creado, ya no
de explotación y dominio. Somos un solo ser con la vida natural, y de esta
manera la creación en la biblia debería ser reinterpretada. Las mujeres no
somos posesión del varón, somos creación en igualdad de condiciones. Fuimos
creados para acompañarnos y caminar juntos en la aventura de la vida. Somos un
todo con la creación. Y esto amiga, sin duda que lo entendemos mejor las
mujeres, pues nosotras conectamos más rápido con el canto de las aves, el olor
de las plantas o el lenguaje de los animales.
Una tercera clave amiga, tiene que ver con las relaciones ya no solo
humanas, sino ecohumanas, en clave de alianza. El agua, la biodiversidad, es
parte de la vida, y la vida humana sin ellas no tiene vida. Somos un
encadenamiento, dependemos unos de otros, todos y todas nos necesitamos. El ser
humano no puede vivir sin la naturaleza, es por eso que la invitación es a
relacionarnos en el respeto y la comprensión de que somos un solo cuerpo
viviente en este planeta azul. Ya ves amiga, seca tus lágrimas, que nuestra
tarea es importante. Tu dolor unido al de tantas mujeres que han sufrido
discriminación, es una fortaleza para entender que solo desde la unidad somos
fuertes.
Y la cuarta clave te va a gustar aún más. Es el llamado al jubileo.
Esto significa que necesitamos un tiempo de descanso, de renovación, de
cancelación de deudas. Estamos llamadas a un nuevo comienzo, a dar oportunidad
a quien no la tenía, es un tiempo de sanación. Tú te lo mereces amiga, lo
necesitas al igual que yo, lo necesita la tierra para renovarse, para
recuperarse del desastre ecológico que le hemos propinado, en especial desde
los hombres egoístas y avaros. Vamos amiga, vamos a gritar y pedir esta nueva
oportunidad de renovación. Lo necesita nuestra madre tierra, y lo necesitamos
nosotras.
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María Vélez, 2017 |
Estas nuevas relaciones ecofeministas se basan en tres principios
muy importantes: a) alteridad (el reconocimiento de la otra como otra,
visibilizándola en un contexto en que las mujeres suelen estar
invisibilizadas), b) sororidad (la otra es mi hermana, confío en ella, contribuyo
a su empoderamiento como mujer) y c) reciprocidad (la otra es valiosa, aporta a
mi vida e igualmente, yo le aporto a la suya)
Anímate amiga, somos muchas las mujeres que no queremos más dolor en
nuestras vidas, queremos libertad, queremos estar sanas para cantar, reír,
gozar y soñar. Queremos construir caminos nuevos en donde seamos nosotras
mismas. El ecofeminismo nos conduce a vivir conectadas con nosotras mismas, con
la comunidad y con la naturaleza.
Ven amiga, hermana… te invito a beber de diferentes fuentes.
Busquemos juntas otros pozos, otras nacientes de agua cristalina y limpia que
nos purifiquen y laven las heridas, Esto implica transgredir y trascender, dos
verbos que debemos practicar para poder vivir una espiritualidad sanadora y
liberadora. No tengas miedo, ven que
vamos juntas, pero es necesario traspasar los límites, ir más allá. Solo esto
nos liberará.
Vamos, sécate tus lágrimas, dame tu mano que te acompaño en este
caminar, que juntas somos fuertes.
Con amor sororal y fraterno.
Nieves Lucía Rodríguez Quesada.
Teóloga y co-fundadora del Núcleo Mujeres y Teología